Trabajo

EL TRABAJO INTELECTUAL Y MANUAL

El trabajo, como dimensión fundamental de la persona humana, forma parte esencial de la vida monástica. El trabajo intelectual nos permite buscar a Dios desde la aurora (Salmo  63), consagrándole nuestra inteligencia: “Padre, santifícalos en la verdad, tu palabra es verdad” (Jn 17,17).

Las tardes están consagradas a las tareas de la casa (limpieza, cocina, etc.) y al trabajo artesanal. Los talleres monásticos varían según los conventos en función de los talentos que cada hermana ha recibido de Dios. El trabajo artesanal y artístico es ocasión de dar testimonio de Dios por medio del arte, la belleza y la creatividad, en un mundo donde la dimensión religiosa y espiritual ya no tiene mucho sitio.

Realizamos entre otras cosas velas, rosarios, iconos, sandalias monásticas, objetos de cuero y de madera. El trabajo manual nos permite cooperar con la Providencia divina. La venta de nuestros productos de artesanía, la mendicidad, la acogida en nuestras hospederías y los dones nos permiten subsistir por nosotras mismas.

El trabajo humano debe dejar un espacio interior, donde el hombre, convirtiéndose cada vez más en lo que por voluntad divina tiene que ser, se va preparando a aquel «descanso» que el Señor reserva a sus siervos y amigos.

San Juan Pablo II - Laborem exercens