Vida contemplativa

Vida contemplativa

La finalidad de nuestra vida religiosa es de vivir el misterio de la Virgen María, unida en la fe y en la esperanza, a la ofrenda de Cristo sumo sacerdote en la Cruz: queremos vivir en María de su misterio de Compasión, y portar así en el silencio y la oración a toda la Iglesia y a todos los hombres. Nuestra vida contemplativa está abierta a una acogida monástica. Con todos aquellos que acogemos en nuestras hospederías, nos gusta compartir lo esencial de nuestra vida: la oración, la lectura de la palabra de Dios, la búsqueda de la sabiduría y la caridad fraterna.

Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. 

Juan 17

VIDA DE ORACIÓN

La oración silenciosa y la Eucaristía son el corazón de nuestra vida. La oración de los oficios, dos horas de oración en silencio delante del Santísimo Sacramento, la celebración de la Eucaristía cotidiana y la recitación del rosario ritman cada una de nuestras jornadas. Es en el silencio donde  el amor de Jesús, Pan de Vida,  poco a poco toma posesión de nuestro corazón. Nuestro lazo personal con Jesús se profundiza en el desierto y en la soledad.

Ora a tu Padre, que está en lo secreto.

Mateo 6

FORMACIÓN DEL CORAZÓN Y DE LA INTELIGENCIA

Nuestra vida contemplativa reclama una formación del corazón y de la inteligencia. Esta formación humana, intelectual y espiritual es fiel a la tradición de la Iglesia, en especial a los documentos actuales del magisterio y a los del Concilio Vaticano II. Nos ayuda a leer la Palabra de Dios como una palabra viva y a guardarla en nuestro corazón. Esta búsqueda de sabiduría y de verdad se vive en cada uno de los dominios de nuestra vida, permitiéndonos así de cooperar más activamente en la vida de la gracia.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Lucas 2

CARIDAD FRATERNA

La vida fraterna y comunitaria nos permite responder al mandamiento de Cristo de amarnos los unos a los otros como Él nos ama. Por medio de la oración y de los oficios en común, a través del tiempo de estudio y de la Palabra de Dios compartida así que en el trabajo manual y los tiempos de encuentro, tratamos de vivir una caridad fraterna gozosa, en la confianza mutua y el don de nosotras mismas a nuestras hermanas. Nuestros conventos en todos los continentes favorecen la mezcla de culturas y de nacionalidades y enriquecen nuestra vida fraterna.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. 

Juan 13

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Juan 12

 

El ungüento precioso derramado como puro acto de amor, más allá de cualquier consideración «utilitarista», es signo de una sobreabundancia de gratuidad, tal como se manifiesta en una vida gastada en amar y servir al Señor, para dedicarse a su persona y a su Cuerpo místico. De esta vida «derramada» sin escatimar nada se difunde el aroma que llena toda la casa.

Saint Jean Paul II  – Vita Consecrata