El Inmaculado Corazón de María

3/6/24

María es Inmaculada porque desde el momento de su concepción Dios la envolvió con su gracia. En su gran amor y para realizar su plan divino, María fue preservada de la mancha del pecado original, (In- macula: sin mancha). Ella fue la primera en recibir los efectos redentores de la Cruz, antes de que tuviera lugar en el tiempo. Esta es la misericordia/gracia preveniente de Dios, Él reviste a María con la sangre del Cordero desde el primer momento de su existencia, "Han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero".

A pesar de esta gran gracia de haber sido concebida inmaculadamente, María sigue siendo un verdadero ser humano, con un libre albedrío capaz de desear y hacer algo distinto de la voluntad de Dios. Sin embargo, como sabemos, y aquí es donde llegamos a comprender el "Corazón Inmaculado", a diferencia de Eva, el corazón de María nunca se apartó de la voluntad de Dios, siempre eligió a Dios y amándole, nunca pecó. "Yo soy la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra".

Vemos por primera vez el Corazón Inmaculado de María en el misterio de su Presentación en el Templo (fiesta que se celebra el 21 de noviembre). Aquí María, en su primer acto consciente durante su infancia, se ofrece completamente a Dios. Consciente del inmenso amor de Dios por ella, María responde al amor con amor, ofreciéndose totalmente a Dios. Su corazón, desde su más tierna edad, era completamente amor, estaba totalmente volcada hacia Dios, llena de amor por Él.

El Corazón de María se ofrece a Dios y su consagración a Dios nos educa. Su entrega total nos muestra el amor que también nosotros debemos tener por nuestro Padre celestial, amarlo como sus hijos predilectos, amarlo como a nuestro Padre, entregarnos totalmente a él . El corazón de María es para nosotros un ejemplo de deseo y de abandono a la voluntad de Dios. María nos enseña a hacer de nosotros mismos un don a Dios. "Ofreceos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios".

En el misterio de la Anunciación, el Corazón Inmaculado de María se revela aún más cuando Dios Padre le entrega a su Hijo, Jesús. San Agustín nos dice que "concibió en su corazón antes de concebir en su seno". María recibe a Cristo en primer lugar en su corazón, se adhiere con gran amor al don que el Padre le hace. La maternidad divina de María nos muestra una nueva dimensión de su corazón, un corazón de madre, totalmente volcado hacia su Hijo, el Verbo hecho carne.

En su Magnificat escuchamos cómo se regocija el corazón de María: "¡Mi corazón se alegra en Dios, mi Salvador!". El corazón de María está lleno de alegría por la presencia de Dios vivo en ella. Su Magnificat es un canto de acción de gracias, que manifiesta la gratitud que desborda de su corazón por el gran don que ha recibido, por el amor de Dios hacia su pueblo, por la salvación que Cristo traerá.

En la Presentación de Cristo en el Templo volvemos a oír hablar del corazón de María, pero esta vez con una nueva modalidad, la del dolor y el sufrimiento. El profeta Simeon le dice: “una espada traspasará tu propia alma a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones”. Estas palabras proféticas anuncian el dolor y el sufrimiento que conocerá el corazón de María a través de la Pasión y muerte de su Hijo. En la Cruz, es el corazón de Jesús el que es atravesado por la lanza, pero María, como Madre, comparte su sufrimiento. En  su misterio de la Compasión, María comparte todos los sufrimientos de Cristo, viviendo en su corazón todo lo que Cristo, su Hijo, vive.

En la Cruz aprendemos algo hermoso sobre el Corazón Inmaculado de María. El dolor y el sufrimiento no impiden que su corazón ame. El corazón de María triunfa sobre el dolor, el sufrimiento y la muerte por el amor victorioso de Cristo que llena su corazón. Acepta que le traspasen el corazón, creyendo en la Resurrección, sabiendo que esto "no conduce a la muerte, sino que es para gloria de Dios". María nos enseña que el camino del cielo es el camino del amor victorioso, donde nada es obstáculo para el amor.

"María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón". Estas palabras nos muestran cómo vivió María la vida oculta de Jesús. Su corazón se convierte en un almacén, un tesoro de todas las cosas que Jesús hizo y dijo. Su corazón es el de una teóloga, que medita sobre su significado, buscando comprender más profundamente el misterio de Dios. El corazón de discípula de María enseña a tener un corazón atento, contemplativo, obediente, a retener todas las palabras de Cristo, lo que entendemos y lo que no. María nos enseña a amar la palabra de Dios, a escucharla, a meditarla, a atesorarla, a hacer de ella nuestra bienaventuranza. "Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan".

      Demos gracias a Dios por el gran don del Corazón Inmaculado de María: "En ti encuentran todos su morada" (ps 86)

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