El trabajo intelectual y manual

El trabajo, como dimensión fundamental de la persona humana, es un aspecto esencial de la vida monástica. El trabajo intelectual nos permite “buscar a Dios desde la aurora” (Salmo 62), consagrándole nuestra inteligencia: “Padre, santifícalos en la verdad, tu palabra es verdad” (Jn 17, 17).

El trabajo manual consiste en primer lugar en los servicios domésticos (limpieza, cocina, etc.) y los trabajos artesanales.Los talleres monásticos varían de un convento a otro, en función de los talentos que cada hermana ha recibido de Dios. El trabajo artesanal y artístico es ocasión de dar testimonio de Dios a través del arte, la belleza y la creatividad, en un mundo donde la dimensión religiosa y espiritual ya no tiene mucha cabida.

Entre otras cosas, realizamos rosarios, iconos, sandalias monásticas, incienso, objetos de cuero y de madera, y jabones. El trabajo manual nos permite cooperar con la Providencia divina. La venta de nuestros productos de artesanía, la mendicidad, la acogida en nuestras hospederías y los donativos nos permiten cubrir nuestras necesidades.

Iconografía, Caligrafía e Iluminación

Trabajo de la madera

Cerámica y trabajo del cuero

Rosarios, incienso y ornamentos litúrgicos

Velas

El trabajo humano debe dejar un espacio interior, donde el hombre, convirtiéndose cada vez más en lo que, por voluntad divina tiene que ser, se va preparando a aquel «descanso» que el Señor reserva a sus siervos y amigos.

San Juan Pablo II - Laborem exercens