Queremos vivir con la Virgen María y portar así, en el silencio y la oración, a la Iglesia y a todos los hombres. Nuestra vida contemplativa está abierta a una acogida monástica. Queremos compartir lo esencial de nuestra vida con quienes acogemos en nuestras hospederías: la oración, la lectura de la palabra de Dios, la búsqueda de Dios y la caridad fraterna.

Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Juan 17 

Vida de oración

La oración silenciosa y la Eucaristía están en el centro de nuestra vida. La oración de los oficios, dos horas de oración en silencio delante del Santísimo Sacramento, la celebración de la Eucaristía cotidiana y la recitación del rosario ritman cada una de nuestras jornadas. El silencio amoroso de Jesús Pan de Vida toma posesión poco a poco de nuestro corazón. En el desierto y la soledad se fortalece nuestro lazo personal con Jesús.

Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela, dando gracias a Dios.
Colosenses 4

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Formación integral

Nuestra vida contemplativa reclama una formación del corazón y de la inteligencia. Esta formación humana, intelectual y espiritual es fiel a la tradición de la Iglesia, en especial a los documentos actuales del magisterio y a los del Concilio Vaticano II. Nos ayuda a leer la Palabra de Dios como palabra viva y a conservarla en el corazón. Esta búsqueda de Dios y de la verdad se vive en todos los ámbitos de nuestra vida, permitiéndonos así cooperar más activamente con la vida de la gracia.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Lucas 2

Caridad fraterna

La vida fraterna y comunitaria nos permite responder al mandamiento de Cristo de amarnos los unos a los otros como Él nos ama. A través de la oración y de los oficios litúrgicos en común, a través de los momentos de estudio y de compartir la Palabra de Dios, así como de los trabajos manuales y de los momentos de encuentro, buscamos vivir una gozosa caridad fraterna, en la confianza mutua y el don de nosotras mismas a nuestras hermanas. Nuestros conventos, presentes en todos los continentes, favorecen la mezcla de culturas y de nacionalidades y enriquecen nuestra vida fraterna.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros.

Juan 13