14/2/24
¿Cómo podemos prepararnos para un año extraordinario de celebración, el del Gran Jubileo de 2025? Con un año extraordinario de oración, como lo ha declarado el Papa Francisco. Al inaugurar el "Año de la oración" el 21 de enero, el Santo Padre dejó claro que no habría grandes eventos organizados, sino que este año aprenderíamos a rezar. ¡Qué maravilloso programa para la vida cristiana, especialmente durante la Cuaresma!
Como sabemos, hay diferentes maneras de rezar: el rosario, la alabanza, la oración de súplica... pero también hay un tesoro que está un poco escondido: es la oración silenciosa, de corazón a corazón con Dios. "Entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está presente en lo secreto". Contrariamente a lo que podría pensarse, la oración no está reservada a las monjas. Todo bautizado está llamado a ella. La aridez y el silencio del desierto pueden asustarnos, desnudarnos, aburrirnos...
Teresita del Niño Jesús escribió que se dormía casi siempre. Y, sin embargo, día tras día, Dios trabajaba en su corazón algo muy precioso: la sed de amar. Y hacía que su oración fuera infinitamente fecunda. Descubrir un vínculo personal vivo con Dios bien merece caminar 40 días en el desierto de la oración silenciosa, dejándonos "broncear por el sol de Dios", como decía el joven Carlo Acutis, es decir, dejándonos amar y pacificar.
¿Existe una "Guía práctica de la oración perfecta"? No... quizá porque Dios es el último en preocuparse de nuestra pobreza, Él, que quiere nuestro corazón por encima de todo. No hay "método", sólo pequeños caminos, el más radical de los cuales es, sin duda, lo que llamamos el acto de adoración. Así es como Dios formó a su pueblo durante 40 años en el desierto: reconocer que todo viene de Él, que nos ama personalmente, que nos salvó y que estamos en su mano, de la que nadie nos arrebatará...
"Vuestro Padre ve lo que hacéis en secreto y os lo pagará". ¿Y si el desierto de nuestra Cuaresma 2024 comenzara a florecer gracias a la oración silenciosa?