¿Marta o María? ...¡Marta y María!

25/7/25

Este verano, tenemos la alegría de escuchar dos veces el hermoso evangelio de Marta y María (Lc 10, 38-42): el 16 domingo del tiempo ordinario (que cae en julio) y en la fiesta de Santa Marta, María y Lázaro, el 29 de julio.

¿No es esta una ocasión para preguntarnos, en pleno verano, si somos más Marta o más María con el Señor? No importa si somos religiosas, sacerdotes, padres o madres de familia, jóvenes o mayores. El mensaje del evangelio es para todos nosotros, no importa cual sea nuestro estado de vida y nuestra condición. Las figuras de Marta y María nos son presentadas como modelos para acoger al Señor en nuestras casas, en nuestros corazones, en nuestras vidas.

¿Tenemos tendencia, como Marta, a agitaros para tener la impresión de servir al Señor? ¿O somos más como María: nos gusta estar en su presencia, escucharlo, rezar, pero nos cuesta más encontrarlo en las humildes tareas cotidianas?

María ha elegido la mejor parte, y no le será quitada...

Esta es la respuesta que nuestro Señor da a Marta (y a nosotros) cuando nos sentimos un poco solos al cuidar de Jesús, al ocuparnos de las cosas exigentes de la vida de la Iglesia, de la transmisión de la fe en nuestro entorno. Sí, a veces ese sabor amargo y de reproche puede salir de nuestros labios o habitar nuestros pensamientos: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola haciendo las tareas?

¿No hay que entender que la mejor parte también puede ser la de los servicios y las tareas ingratas si se hacen por el Señor, con Él y en Él; si se hacen con un corazón lleno de amor y de gratitud por todo lo que Él hace, cada día, por nosotros? Entonces nos sentiremos tan colmados al servirle como al estar a sus pies para escucharlo, porque al servirle pondremos en práctica la Palabra, el mandamiento del amor que habremos escuchado de Él.

Aprovechemos, pues, al máximo este período estival, más tranquilo que el resto del año, para redescubrir la hospitalidad de Marta y de María, para escuchar la Palabra del Maestro y ponerla en práctica, para permanecer en silencio a los pies del Señor y servirle, acogerlo en todos aquellos que Él nos envíe. En el Evangelio de San Juan, Marta dice a María: El Maestro está ahí y te llama. ¿Qué esperas de mí, Señor, este verano? ¿Qué quieres que haga por ti? Ayúdame a ser a la vez Marta y María, a no temer nunca perder el dulce consuelo de tu presencia cuando dedico mi tiempo al prójimo, cuando acepto hacer algo que me cuesta. Y dame la fuerza para abandonar mis propios proyectos y aceptar «perder el tiempo» contigo, por ti, para escucharte a través de tu Palabra, a través de tus amigos, a través de los acontecimientos de la vida. No perdamos más tiempo para ser a la vez Marta y María, para acoger, en un lugar bien preparado, a nuestro Señor que busca ardientemente nuestra compañía, pero entonces estemos allí, disponibles, atentos a él, sin preocuparnos por las tareas cotidianas, sino sabiendo elegir la mejor parte; utilizando la vida cotidiana como lugar de encuentro con el Hijo del Dios vivo.

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