4/3/25
El jubileo es un don de Dios: «Declararás santo este quincuagésimo año y proclamarás la libertad para todos los habitantes de la tierra». El profeta Isaías, y luego Cristo, dan el sentido: «El Señor me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a curar los corazones desgarrados, a proclamar la amnistía a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor». La Iglesia ha continuado esta tradición. El primer jubileo se instituyó en 1300 para celebrar el aniversario de la Encarnación. A partir de 1470, los jubileos se han celebrado cada 25 años.
Las gracias de un Año Santo abundarán si estamos preparados y dispuestos a pedirlas. ¿Queremos que Jesús venga y haga nuevas todas las cosas en nuestros corazones? ¿Se lo pedimos cada día? Ya hemos recibido de Él gracia tras gracia, pero tengamos la audacia de pedir más para los que están perdidos, los que le buscan sin saber dónde encontrarle. Pidamos también por nosotros mismos, porque el Señor quiere hacer grandes cosas por nosotros y a través de nosotros. Pongámonos enteramente a su disposición este año, y veremos que toda nuestra vida se transformará, que cada año puede ser un año jubilar, un año en el que Él siga colmándonos de sus gracias. Pero no asumamos solos este reto, apoyémonos en nuestros pastores, en nuestros seres queridos, en nuestros amigos del cielo, en los santos.
En el Año Santo de 1925, el Papa Pío XI nos dio como modelo de santidad «la estrella de su pontificado»: la pequeñísima Teresa (de Lisieux), esta hermana universal que llega a todos los corazones, este monumento a la pequeñez que no cesa de derramar una lluvia de gracias sobre nuestro mundo. Este jubileo fue querido por la Providencia de Dios entre las dos guerras mundiales. Ya en 1914, muchos soldados, protegidos por Santa Teresa, iban a la batalla llevando su imagen o su reliquia. En ese mismo año, el Cura de Ars fue dado como modelo para los sacerdotes, pero también como padre para el buen pueblo de Dios. 2025 verá la tan esperada canonización de Pier Giorgio Frassati, el hombre de las ocho bienaventuranzas; el hombre que repetía: Gesu sta con noi, non abbiamo paura (Jesús está con nosotros, no tengamos miedo). ¿Acaso el santo que fundó la «sociedad de los tipos sombríos» no es un santo que nos exhorta a la alegría en cualquier prueba? Dentro de poco será canonizado también Carlo Acutis, un joven santo que nos enseña a utilizar bien los medios de comunicación de nuestro tiempo y a vivir una vida eucarística constante.
¿Verá el año 2025 el día de mi conversión? El jubileo es un año para pedir perdón y dar gracias. ¿Nos hemos dado cuenta de los dones que Dios nos da? ¿Las pruebas que nos ayuda a superar? ¿Los amigos que pone en nuestro camino para repetirnos: No temas, yo estoy contigo ¿Y le hemos dado las gracias por todas sus bendiciones? Si todo a nuestro alrededor parece llevarnos al desánimo, a la desesperación tal vez, seamos de los que se aferran a Cristo y a su victoria sobre el mal y el pecado. El ruido hace poco bien; el bien no hace ruido. Seamos los actores de un mundo mejor, hagamos el bien y hagamos la paz a nuestro alrededor, será contagioso. Así que 2025 será un año de gracia y esperanza del Señor. ¿Qué esperamos? Vivámoslo con alegría y gratitud.
¡Feliz Año Jubilar, y feliz Cuaresma!