Teresita; nuestra hermana mayor y compañera en la fragilidad.

26/9/23

Nacida a fines del siglo XIX en una familia unida y profundamente creyente, Teresa Martín entra con 15 años en el Carmelo de Lisieux, en Francia, en el cual vive una vida muy sencilla de oración y de trabajo: se ocupa de la sacristía, pinta estampas, vela sobre algunas novicias…Y muere de tuberculosis a los 24 años. ¿En qué sentido su vida podría sernos cercana?

Teresita nos es cercana porque es de naturaleza frágil, y se sabe incapaz de la perfección. Inteligente y delicada, ella, que se describe a sí misma como “insoportable por su excesiva sensibilidad”, está profundamente marcada por la muerte prematura de su madre. Toda su vida Teresita permanecerá vulnerable. Toda su vida será consciente de ser débil y pequeña. Sin embargo, nada ha entrabado su “carrera de gigante” hacia la santidad. ¿Cómo, pues, se ha fortalecido en su vida humana y divina? 

Podemos poner en relieve cuatro “senderos de esperanza” para las almas pequeñas que somos:

1.- Teresita no tiene miedo de su fragilidad: en lugar de envidiar a los fuertes, acepta ser pequeña. Incluso ha comprendido, sola con el Espíritu Santo, que cada una de sus fragilidades, aceptada y ofrecida, permitía a Dios atraerla más aún a su misericordia: “Cuanto más pobre seas más amada serás de Jesús”, “Hay que aceptar permanecer pobre y sin fuerza…. Amemos nuestra pequeñez, entonces Jesús vendrá a buscarnos, por muy lejos que estemos; nos transformará en llamas ardientes de amor”.

2.- Teresita es realista: ella ha comprendido que la imaginación era fuente de angustia y que toda mirada sobre el pasado era en realidad una trampa. Por eso se aferra al momento presente: “¡Un instante es un tesoro!”, “Para amarte, Dios mío, no tengo más que hoy”. Está atenta a las pequeñas alegrías de lo cotidiano y no busca evadirse de la realidad. Cuando algo exacerba su sensibilidad, en lugar de huir, comienza por acogerlo para después ofrecerlo. Teresita ama la verdad y quiere que se le hable de las cosas tal como son.

3.- Teresita tiene un espíritu de conquista: ¡su Caminito de abandono no es un “dejarse llevar”! Inteligente como es, no hace oposición entre la confianza en Dios y una cooperación activa. Si cae, se levanta de inmediato: “No soy siempre fiel, pero no me desanimo jamás”. Ella sabe dar el primer paso, por muy pequeño que éste sea. Un día le preguntan cómo ha conseguido fortalecerse. Ella responde: “Hay que hacer como yo he hecho: ¡un gran esfuerzo!”. 

4.- Por último, Teresita ha puesto un orden entre el amor y el deber: mientras que a su alrededor se insistía mucho sobre la adquisición de las virtudes a fuerza de puños, sobre la justicia y el escrupuloso respeto de la Regla, ella ha comprendido que el formalismo no le aportaba más que una seguridad pasajera, y que Dios le pedía… aún más. En lugar de mirarse a sí misma y vivir con el constante temor de hacer las cosas mal, Teresita ha orientado toda su vida hacia el amor por Dios y por sus Hermanas: “El amor puede hacerlo todo; las cosas más imposibles no le parecen difíciles”. Este “esfuerzo de amor” es lo que ha fortalecido interiormente a Teresita y la ha santificado.

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